octubre 2, 2021

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¿El fin del ascenso chino?

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(fuente primaria: Foreing Office)

El consenso predominante hasta hace poco tiempo, en Washington y en el extranjero, era que China estaba superando claramente a Estados Unidos. «Si no nos movemos», advirtió el presidente Joe Biden, «se van a ir tranquilos a almorzar», en una metáfora del atraso que estaba experimentando la nación occidental frente a su contraparte asiática. Para profundizar esa percepción, un diplomático chino comentó que todos los países del mundo se están preparando para que la potencia asiática sea la número uno.

Las cifras avalaban el optimismo del representante de Beijing. El PIB de China se ha multiplicado por 40 desde 1978. China cuenta con las mayores reservas financieras del mundo, superávit comercial, economía medida por paridad de poder adquisitivo y armada medida por número de barcos. Mientras Estados Unidos se tambalea por su salida caótica de Afganistán, China se está moviendo agresivamente para forjar una Asia sino céntrica y reemplazar a Washington en la cima de la jerarquía global, apuntaban hace un par de meses los expertos internacionales.

Pero las recientes medidas económicas y políticas adoptadas por Beijing demuestran que parece tener prisa, porque su ascenso casi ha terminado. Ascenso de varias décadas que se vio favorecido por fuertes vientos de cola que ahora se les han vuelto en contra. El gobierno de China oculta una grave desaceleración económica y vuelve a caer en un frágil totalitarismo. El país sufre una grave escasez de recursos y se enfrenta al peor colapso demográfico en tiempos de paz de la historia. No menos importante, China está perdiendo el acceso al mundo acogedor que permitió su avance.

La revista Foreing Office, con estrechos vínculos en el gobierno de Biden, dedicó un largo reportaje en su edición de octubre para analizar las señales que está dando Beijing en los últimos meses, al ir aflojando la pandemia del corona virus.

Sus autores, Michael Beckley y Hal Brands, argumentan que Beijing es una potencia revisionista fuerte que quiere rehacer el mundo, pero ya se está acabando el tiempo para hacerlo. Tras una revisión histórica, los académicos argumentan que «las bonanzas únicas en una época no duran para siempre. Durante la última década, las ventajas que alguna vez ayudaron a que el país asiático se disparara se han convertido en pasivos que lo arrastran hacia abajo«

Para empezar, China se está quedando sin recursos. La mitad de sus ríos han desaparecido y la contaminación ha dejado el 60 por ciento de sus aguas subterráneas, según admite el propio gobierno, «no aptas para el consumo humano».

El desarrollo vertiginoso de los últimos años lo ha convertido en el mayor importador neto de energía del mundo. La seguridad alimentaria se está deteriorando: China ha destruido el 40 por ciento de sus tierras agrícolas debido al uso excesivo y se ha convertido en el mayor importador mundial de productos agrícolas.

En parte debido a la escasez de recursos, el crecimiento se está volviendo muy caro: China debe invertir tres veces más capital para generar crecimiento que en los primeros años de este siglo, un aumento mucho mayor de lo que cabría esperar a medida que madura cualquier economía.

También se está quedando sin gente,como consecuencia del legado de la política del hijo único. Entre 2020 y 2035, China perderá aproximadamente 70 millones de adultos en edad laboral y sumará 130 millones de personas mayores. Esa es una población de consumidores, contribuyentes y trabajadores del tamaño de Francia que desaparecerá —y se agregará una población de jubilados del tamaño de Japón— en 15 años.

A raíz de ello, de 2035 a 2050 China perderá 105 millones de trabajadores adicionales y ganará otros 64 millones de personas mayores. Las consecuencias económicas serán nefastas. Las proyecciones actuales sugieren que el gasto relacionado con la edad debe triplicarse para 2050, del diez por ciento al 30 por ciento del PIB. En perspectiva, todo el gasto del gobierno de China asciende actualmente a alrededor del 30 por ciento del PIB.

Debido a la acumulación de problemas, la economía china ha entrado en la desaceleración más prolongada de la era posterior a Mao. La tasa oficial de crecimiento del PIB de China cayó del 15 por ciento en 2007 al seis por ciento en 2019, antes de que el COVID-19 arrastrara el crecimiento a poco más del dos por ciento en 2020. Incluso esas cifras están exageradas: estudios rigurosos muestran que la tasa de crecimiento real de China podría ser tan baja como la mitad de la cifra que figura en la lista del gobierno.

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