Regulan en Nueva York a los trabajadores de delivery
2 minutos de lecturaLa foto de un repartidor en bicicleta, pedaleando con el agua a la altura del manubrio y un bolsón de comida a cuestas durante las recientes inundaciones en Nueva York, fue una de las imágenes más virales de una tormenta tropical que se cobró una quincena de vidas en la ciudad. Tragedia al margen, la imagen sirvió para identificar a un colectivo olvidado, el más precario de todos los que conforman los trabajadores esenciales y un fenómeno paralelo —su cara b, en todos los sentidos— a la eclosión del negocio de las aplicaciones de comida a domicilio gracias a la pandemia. Si antes de la emergencia sanitaria había en la ciudad unos 15.000 deliveristas (así se llaman, en espanglish, porque la mayoría son hispanos), ahora son al menos 65.000, aunque algunas fuentes elevan su número hasta los 80.000.
Los deliveristas son el último peldaño de la escala evolutiva urbanita —la mayoría son inmigrantes, y muchos, indocumentados—, pero, gracias a un paquete de leyes aprobado a finales de septiembre por el municipio neoyorquino, ahora cuentan con un mínimo respaldo legal frente a un mercado multimillonario, dominado por los algoritmos y carente de interlocutores, dada la imposibilidad manifiesta de negociar con una app.
La iniciativa municipal, la primera en EE UU, puede sentar precedente para regular un sector en pleno desarrollo en el que la falta de protección y derechos —incluso el de ir al baño— es la norma. El respaldo político y administrativo prueba además que la creciente organización de muchos colectivos ofrece paulatinos resultados en un país tan reacio a la lucha sindical, aunque esta goce de las simpatías del presidente Biden. Y también que la demócrata Nueva York es un laboratorio de avanzadas sociales.